Por Omar Pascual Castillo
…una de cal y otra de arena”
(Del refranero popular cubano)
Interesante. Resulta interesante vernos aquí, en pleno inicio de un texto y con el intento de abordar el tema de LA IDENTIDAD NACIONAL CUBANA, ésta vez, como discurso plástico, o para ser mas exactos, como filosofema estético de una pintura y un arte instalativo altamente potenciado de lo que se conoce entre los más duchos en las materias interpretativas e historiográficas del mundo artístico, como
CONCEPTUALISMO, corriente o tendencia estilística de los años sesenta y setenta, que en nuestro contexto tuvo gran relevancia a partir de la década pasada, no siendo así en la presente, a pesar de que el sustrato que aporto el Arte Conceptual ejecutado por Kossut ( aunque hay quienes afirman que sus comienzos estaban ya manifiestos en Duchams y en el Movimiento Dadá, cosa o criterio que de cierta forma personalmente apoyamos) y sus seguidores, según se dice, está presente en la nueva ola de maneras plásticas cubanas, pese a que la misma esté cada vez mas tendiendo al conservadurismo mercantil de la Buena Pintura, mimética, seudo-realista y que se obvie, a ciencia cierta, aquel antojo vanguardista que pudimos apreciar en el esfuerzo del Nuevo Arte en que se nos vino a convertir la reflexión y, he aquí, la palabra clave.
REFLEXION, punto de partida (y retorno) del arte más consecuente de los nacidos en la Isla y que pasó a ser el arma, la punta de mira, el boquete de la pistola, la diana del disparo… Pues bien, ERNESTO BENITEZ, sabiendo esto, y sin dejar de continuar con su trayectoria analítico-participativa (ver el currículum, y “…a buen entendedor, con pocas palabras…”), abre ante nosotros una perspectiva del análisis de lo cubano, desde niveles de simbolismo apoyados en la explicitez de su silencio. Es decir, en este caso, enfrentaremos un momento de sublimación de lo cubano más allá de las fronteras terapéuticas del discurso político; es lo cubano hablando por sí sólo, como referencia discursiva autosuficiente ( en el mejor y mayor sentido de la palabra). Lo cubano como sello que signa y resemantiza códigos íntimos, gestos íntimos, conflictos comunicacionales de resonancias intimas y he, en esa intimidad propuesta, su propia dimensión socio-cultural del fenómeno, ya que estamos en presencia de una representación filtrada (artísticamente y con todos los rigores necesarios del perfil ideo-estético) por las cuestionantes manipulaciones expresivas de un YO singular.
SOBREVIVIENTES coloca en el lenguaje de la plástica la experiencia simbólica de un gnosticismo insular cotidiano, burlesco, satírico, enfático, tautológico, vicioso (no viciado, y valga la aclaración). Es, la ubicación del discurso de lo idéntico como sello de cubanía, no desde la traumática sincronización del exilio nostálgico, sino desde las peripecias permanentes que co-existen entre nosotros los sobrevivientes. Es la constancia de un análisis culturológico de lo cubano, ya no desde las existencialidades plásticas de Sandra Ramos, ya no desde la instalación de refinada representación de Alexis Leyva (el archifamoso y recién premiado KCHO) ya no desde la retrospectiva obsesión de la memoria de Ernesto Pujol, sino: desde la mitificación de un nuevo ritual del Des-Mito.